El estío es una época peligrosa para nuestras plantas. Sufren calor y sequedad por culpa de las altas temperaturas, lo que constituye una oportunidad incomparable para el ataque de pequeños ejércitos de microorganismos que son muy peligrosos. Por otro lado, y con toda nuestra buena intención, intentamos paliar estos problemas inundando el sustrato, lo que da pie a la aparición de hongos indeseables.
Además, muchas de nuestras plantas pasan varios días solas cuando nos ausentamos para disfrutar del retiro vacacional, lo que constituye cierto riesgo. Te ofrecemos algunos trucos para optimizar el riego en verano y para que nuestro vergel sea autónomo durante nuestra ausencia.
Además, muchas de nuestras plantas pasan varios días solas cuando nos ausentamos para disfrutar del retiro vacacional, lo que constituye cierto riesgo. Te ofrecemos algunos trucos para optimizar el riego en verano y para que nuestro vergel sea autónomo durante nuestra ausencia.
Mejor la carencia
Para que nuestras plantas no corran peligro es necesario tener en cuenta algunos parámetros. El más importante es que es mejor es la falta que el exceso:
En caso de demasiado riego o encharcamiento, podemos llegar a perder el ejemplar sin que nos dé tiempo a reaccionar.
Otra consecuencia del exceso es que el agua que desecha la planta arrastra muchos nutrientes que ésta necesita, por ello, es muy útil dejar un recipiente debajo de la maceta para recoger esta agua tan beneficiosa y reutilizarla.
En el caso de plantas de jardín, esta práctica es imposible, por lo que la tierra suele encharcarse si nos excedemos, o arrastrar los nutrientes a gran profundidad.
En caso de demasiado riego o encharcamiento, podemos llegar a perder el ejemplar sin que nos dé tiempo a reaccionar.
Otra consecuencia del exceso es que el agua que desecha la planta arrastra muchos nutrientes que ésta necesita, por ello, es muy útil dejar un recipiente debajo de la maceta para recoger esta agua tan beneficiosa y reutilizarla.
En el caso de plantas de jardín, esta práctica es imposible, por lo que la tierra suele encharcarse si nos excedemos, o arrastrar los nutrientes a gran profundidad.